Aprender de las luchas de los otros

 

A partir del trabajo con el material de archivo relacionado con la RAF, en Una juventud alemana (2015), Jean-Gabriel Périot llevaba a cabo el retrato de una generación de jóvenes a través de su militancia política radical. En Nuestras derrotas busca un objetivo similar, esbozar un perfil colectivo de los jóvenes franceses actuales desde su vinculación con la política, pero lo desarrolla a partir de una estrategia diferente. En este caso, presci11de del found footage y explora diferentes niveles de dialéctica.

Nuestras derrotas surge de un encargo del instituto Romain Rolland en Yvry-sur-Seine, donde Claire Simon ya rodó Primeras soledades. En la primera parte de la película vemos lo que sería el resultado de un taller metafílmico en el que el director ha propuesto a los estudiantes reinterpretar escenas concretas, siempre las mismas, de títulos claves del cine político de finales de los sesenta y principios de los setenta: La salamandra de Alain Tanner, La Chinoise de Jean-Luc Godard, Comrades de Marin Karmitz y Avec le sang des autres del Grupo Medvedkine de Sochaux. El visionado de estos remakes se complementa con entrevistas con los chicos y chicas que los han elaborado, que responden a cuestiones clave de la lucha política, como para qué sirve un sindicato, qué es la revolución, la utilidad de una huelga o incluso qué entienden por felicidad. Las dramatizaciones están filmadas en texturas que evidencian su naturaleza construida, mientras que las entrevistas responden a ese naturalismo aséptico de cierta no ficción. Las respuestas de los protagonistas acaban configurando el retrato de una relación mayoritariamente titubeante y poco articulada de los protagonistas con la militancia.

Así, Périot por un lado resalta el (presunto) contraste entre la politización de los jóvenes de esa época frente a los actuales. Y por el otro dejaría clara su intención didáctica: su trabajo tendría que ver con iluminar y formar a estos estudiantes en la lucha política a partir de esta reconstrucción de fragmentos de los referentes fílmicos de la época. Hasta aquí, Nuestras derrotas deja un sabor extraño que tiene que ver con el lugar en el que se sitúa el director respecto a los jóvenes a los que quiere retratar y la perspectiva unilateral de la conversación. En este sentido, la película se situaría lejos de propuestas similares como Ultimas Conversas, de Eduardo Continho, donde los adolescentes expresan sus propias inquietudes en lugar de, como parece aquí, responder a un interrogatorio o a un examen oral.

Pero el segundo bloque del film añade una nueva capa dialéctica que redefine el primero. Un suceso concreto que sí apela a los protagonistas propicia una nueva reinterpretación y su movilización combativa. Périot ahora los filma de forma diferente. Los encuadra de pie y en un exterior invernal (no en un interior sentados en un aula), y sus cuerpos un tanto temblorosos subrayan la rabia que manifiestan frente a la rigidez un tanto incómoda que se les notaba antes. Nuestras derrotas finalmente triunfa porque, aunque sea de forma involuntaria, también acaba hablando del fracaso de acercarse a los jóvenes exclusivamente desde los supuestos de una generación anterior.

 

Euialia Iglesias
Caiman
Julio2020